martes, 23 de febrero de 2010
EL NUEVO FENÒMENO: LOS ORÌGENES Y CAUSAS
¿DE DÒNDE SURGIO LA IDEA DE LA IGUALDAD DE GÈNEROS?
En nuestros dìas ha cobrado enorme relevancia el tema de la igualdad de gèneros, tema de interès bastante comùn en razòn de que la mujer ha peleado durante dècadas por lograr que se le tenga en un concepto distinto del que durante años, antes de la dècada de los años cincuenta, solìa concebìrsele.
En efecto, es de casi todos conocido que el papel de la mujer en los siglos XIX y XX, èste ùltimo entre las dècadas de los años veinte y cincuenta (cito èstas por delimitar un espacio de tiempo) se veìa supeditado a las òrdenes o deseos del padre, aunque en ciertos casos tambièn de la madre quien, influenciada por las enseñanzas que a su vez inculcaron en ella su propia madre y demàs ascendientes, tenìa la idea de que “hay que hacer lo que tu padre disponga”, o bien, “somos mujeres y a nosotras nos toca obedecer”. Ello significaba que el papel de la mujer en el matrimonio por lo que ve a la educación de las hijas mujeres era el de mera ejecutora u obedecedora de los deseos del jefe de familia. Asì las cosas, aùn en el pasado siglo XX era comùn encontrar casos en los que, si el jefe de familia disponìa que “Bernardita tiene que casarse con Mariano porque es el hijo de mi compadre”, tal voluntad no estaba sujeta a discusión, ni siquiera a una simple opinión. “En èsta casa se hace lo que yo diga porque es por tu propio bien”, solìa decirse por los jefes de familia que, al cobijo de ideas ultraconservadoras, muchas veces rayantes en la tiranìa, imponìan su voluntad severamente, Y desde luego, no faltaba el apercibimiento para la hija que osara contravenir la voluntad de su padre y por ende, el correspondiente castigo, no menos severo y muchas veces cruel a que se hacìa acreedora si ese tìmido deseo que seguramente en ella florecìa de “hacer lo que yo quiero para mì” se atrevìa a materializarse en cualquier medida.
La mujer de principios del siglo XX se regìa en muchos casos bajo normas patriarcales ¿A què me refiero al respecto? Veamos el caso de la película “Como Agua para Chocolate”. Si alguien la ha visto habrase dado cuenta de la temàtica que contiene: una madre dominadora que tenìa la idea, mas enraizada que la primer espinilla de un adolescente de catorce años, de que la menor de sus hijas “tenìa” (segùn quièn, me pregunto yo) el deber de quedarse solterona para toda la vida porque tenìa que cuidar de ella cuando fuera anciana. Y vemos en èsta película un mando de familia altamente estricto, conservador, inflexible y hasta tirànico. Lo sobresaliente es que en la película, tal mando lo ejerce la madre. Es curioso, pero conductas como èsta que comúnmente se atribuyen al padre varòn, en èste caso se actualiza en la madre de familia, quien en el filme rompe con los estàndares que actualmente solemos concebir como “esperados” de parte de una madre; es decir, hoy dìa damos por hecho que una madre es amorosa, tierna, capaz de dar hasta la vida por sus hijos, porque ese es el prototipo que generalmente esperamos de acuerdo a nuestras actuales normas de familia y en efecto, salvo algunas excepciones, es comùn que nuestra madre reùna esas caracterìsticas. Incluso por eso festejamos, al menos en Mèxico, un “Dìa De La Madre” y la celebramos y la consentimos especialmente en esa ocasión, por todo lo que ella hace por nosotros. Es mas, decimos en Mèxico que se nos pueden decir toda la sarta de groserìas que quieran, pero que no se metan con nuestra madrecita…
¿EXISTE REALMENTE IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES?
El artìculo 4 de la Constitución Polìtica de los Estados Unidos Mexicanos, en su primer pàrrafo, establece textualmente lo siguiente:
“El varón y la mujer son iguales ante la ley. Esta protegerá la organización y el desarrollo de la familia”
¿POR QUÈ LA MUJER AGREDE AL HOMBRE?
El hombre ha quedado en desventaja. La ley y la sociedad consideran que la mujer es la parte dèbil de la relaciòn de pareja, idea que tiene sus cimientos en la ideología que existiò marcadamente respecto al papel de la mujer respecto al hombre y de la cual ya he hablado ampliamente. Tradicionalmente, la mujer ha sido “el sexo dèbil”, asì lo escuchaba yo cuando era pequeño. No, no lo es; reconozco y admiro que la mujer es en muchìsimos aspectos mas fuerte que el hombre; es mas, la naturaleza es tan sabia que por esa razòn diseñò a la mujer para que ella fuera quien diera a luz a los hijos, porque los fisiòlogos, mèdicos y psicòlogos saben bien que los niveles de dolor en el parto son quizàs los mas altos que pueden sentirse en toda la vida y està demostrado científicamente que la mujer es mas resistente al dolor fìsico que el hombre. Sin embargo, eso tampoco hace a la mujer màs que al hombre. Considero que cada sexo tiene sus aptitudes, caracterìsticas, potencialidades y fortalezas propias las cuales se complementan entre sì, de modo que los sexos NO SE EXCLUYEN, mas bien se atraen y por eso se complementan, aunque no hayan faltado feministas radicales que consideren al hombre como “cosa de poca monta”, en aras de “liberarse del yugo del hombre”. Pero, nos guste o no, esa fortaleza de la mujer y todas sus aptitudes son lo que le ha permitido destacar en muchos aspectos al parejo que el varòn.
Solo que hay un detalle: a veces se llega a excesos. A veces la mujer se convierte en la “macha mexicana” de la relaciòn de pareja. A veces es la mujer quien violenta, fìsica, emocional, psicològica y por què no decirlo, tambièn sexualmente, al varòn. Sì, asì es, el varòn tambièn se ha convertido hoy dìa en el sujeto pasivo de la violencia de pareja o familiar.
El siguiente video nos muestra algunos detalle de èsta realidad, con todas sus implicaciones
¿ES REALMENTE IGUAL EL TRATO HACIA EL HOMBRE Y HACIA LA MUJER?
Entre los adolescentes es tìpico escuchar historias como èsta: dos chicos de dieciséis o diecisiete años de edad que van juntos a la misma escuela mantienen una relaciòn de noviazgo. El joven quiere muchìsimo a su novia y ella lo sabe; el se desvive por atenderla y tenerla contenta, con ese ímpetu que caracteriza al amor entre adolescentes, para quienes sobre todo la experiencia del primer amor representa un paso formidable, eso que los hace sentir “mariposas en el estòmago” y los hace ruborizarse con la experiencia del primer beso. Sin embargo los amigos del chico comienzan a ver con cierta molestia y resentimiento el hecho de que su cuate “ya no los pela para nada” porque siempre se la pasa con la novia. Comienzan los amigos a notar ciertos cambios en la conducta del chico: ya no quiere ir a jugar futbol con ellos, ya no le gusta participar en las actividades culturales que solìa practicar, comienza a alejarse de su cìrculo de amigos, ello a la par que con el paso del tiempo comienzan a notar que la actitud de la muchacha hacia el joven es algo prepotente, quizàs dèspota o caprichosa. Lo mismo comienza a notar la familia, quien preocupados por su bienestar le preguntan a èste muchacho què es lo que le pasa o por què anda tan retraìdo, pues quizàs sus calificaciones han comenzado a bajar. Èl les dice a todos, familia o amigos, que no le pasa nada y que no se metan con el, que todo està bien y si le hacen algún comentario en relaciòn con la forma en que la novia lo estaà tratando èl se molesta y grita que lo dejen en paz, que èl la ama y que ella tambièn a èl. Para ello, no es de dudarse que la novia de èste muchacho lo cele excesivamente o que lo amenace con dejarlo y buscarse otro si lo llama por telèfono a las once de la noche dicièndole que necesita verlo y èl se niega en un primer momento a ir dada la hora por lo que ella quizàs le harà un berrinche por telèfono diciendole que si en verdad la ama harà por ella lo que sea… Y el joven en cuestión terminarà acudiendo a la casa de su novia aùn a escondidas de sus padres, para que a la mera hora ese “problema urgente” por el cual la muchacha necesitaba verlo no sea mas que una estupidez, una babosada.
Con èstos protagonistas ficticios puede suceder tambièn que si el chico tiene la osadìa de decirle a su novia que lo estàn invitando sus amigos a una excursión al Popocatèpetil, ella le haga un sùper berrinche dicièndole que si se va de su lado ese fin de semana “se va a matar” o se va a conseguir otro que no la abandone “inmisericordemente” como èl pretende hacerlo… Quizàs hasta le suelte ella a èl dos o tres cachetadas, por “desalmado y cruel” y èl se quedarà con un sentimiento de culpa tremendo por haberla hecho sufrir de èsta manera. Asì las cosas, el chico opta por comunicar a sus cuates que no los podrà acompañar al tan ansiado viaje y ellos sabran inmediatamente la razòn y sabràn tambièn que, por mas que intenten convencerlo de lo contrario y de que no se deje manipular y chantajear por la novia todo intento de convencerlo para ir con ellos… serà inútil.
Esta situación que me acabo de inventar en èste momento es algo que no solo es producto de mi imaginación. No es ficciòn. Es algo real, es una situación que cada vez mas sucede en nuestro medio muchas veces acompañada de situaciones de maltratos fìsicos de la chica hacia el joven: golpes, arañazos, insultos, humillaciones y chantajes emocionales… Sin embargo ¿se le da acaso la misma difusión cuando el sujeto pasivo de èstas situaciones es el hombre? No es ficciòn, es algo verdadero, YO LO VIVÌ, y lo digo sin pena alguna, lo digo con el deseo ferviente que nace dentro de mì esperando sinceramente que los hombres que viven el flagelo de la violencia de pareja puedan comprender algo de lo que quiero compartir con èste espacio. Esto es lo que busco, saber que puedo ayudar a otros serà mi mejor recompensa al esfuerzo y al tiempo que me toma escribir èsto.
El siguiente video nos muestra un ejemplo de la crudeza de èsta vivencia para nosotros. No es ficciòn, sucede con una frecuencia que quizàs ni siquiera imaginemos
¿Por què los hombres que padecemos violencia de parte de nuestra pareja (sea emocional, fìsica, psicològica o de cualquier ìndole) la soportamos o la toleramos? ¿Por què no nos quitamos ese flagelo de encima desde el primer momento? O mejor aùn ¿por què atraemos a personas que ejercen violencia? La respuesta es la falta de amor a nosotros mismos. Si hemos crecido bajo la idea de que somos tontos, de que no merecemos algo mejor, si tuvimos un padre o una madre que nos tachò de inútiles y nunca nos permitieron afrontar retos, eso es lo que atraemos: alguien que siempre nos recuerde la idea que tenemos de nosotros mismos. Y mientras esa idea no cambie dentro de nosotros, nosotros mismos somos responsables de lo que nos sucede.
Aunque es conocido, porque no es ningún secreto, que la violencia hacia el hombre por parte de la pareja existe y bastante, nuestra sociedad parece desdeñarlo; parece ser indiferente, parece ser que sigue consideràndose a la mujer como la parte dèbil de la relaciòn de pareja. Solo veamos algunos ejemplos pràcticos: si el hombre acude ante las instancias correspondientes a denunciar un hecho de violencia fìsica por parte de su pareja, es comùn que enfrente una o varias de las siguientes cosas:
- El Agente del Ministerio Pùblico lo ve con una sonrisa burlona… Si pudièramos leer su mente o si saliera de su cabeza una nubecita como la de las caricaturas como cuando el personaje està pensando, quizàs verìamos: “no inventes, ya parece que voy a creer que dice que le pega su vieja, marica èste”
- Las burlas de los amigos: “pues ya ponte los pantalones wey”
- La incredulidad de la familia de la esposa o la novia
- La incredulidad de su propia familia. Sì, ASÌ TAMBIÈN SUCEDE!!! A mì me sucediò, se sale regañado porque “no es posible que tu esposa sea capaz de èso que dices, seguramente algo le hiciste”
- El posible despido de su trabajo porque los jefes (si es que se anima a contarles la historia) lo van a considerar como una persona dèbil, no apta para el “puesto tan importante” que desempeña.
- La indiferencia de las amigas de la pareja, quienes inmediatamente cierran filas en torno a aquella para darle su apoyo contra la “calumnia” que el novio o esposo ha inventado hacia ella. Y de pilòn hasta le dejan de hablar al sujeto. Ah, y si hay hijos de por medio el reclamo es para el novio o esposo, para regañarlo dicièndole que “Fulana no està sola, nos tiene a nosotras porque ella no es como tu dices porque nosotros vemos que es una madre excelente y amorosa”
Podrìamos decir que la violencia del hombre hacia la mujer es mas comùn que en el caso contrario; basta pararse por un rato en una oficina de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (a la cual yo en alguna ocasión tuve que acudir) y ver que de cada cuatro personas aproximadamente que solicitan atención por conflictos matrimoniales, tres son mujeres. Pero ¿es en verdad màs comùn que la mujer sea el sujeto pasivo de la violencia de pareja? ¿O es solo que el hombre aùn no se anima a denunciar o a pedir ayuda? Si los hombres que padecen èste flagelo, si los hombres que sufren en silencio la violencia por parte de sus novias, concubinas o esposas se animaran a pedir ayuda ¿no se igualarìa acaso la misma proporción? ¿Por què no existe una institución gubernamental o privada que apoye al “hombre maltratado” como las hay para las mujeres? En Mèxico tenemos un Instituto Nacional de las Mujeres y en algunos Estados de la Repùblica los hay similares, tanto pùblicos como privados, tanto municipales, estatales y regionales. ¿Por què nadie ha pensado en constituir uno que sirva de apoyo al hombre que padece violencia?
Otro factor que incide en la cifra negra de hombres que prefieren callar la situación de maltrato que padecen por parte de sus parejas es, lo reconozco, que los varones por naturaleza no somos muy sentimentales; el hombre es mas objetivo, mas frìo y desgraciadamente, en cierta forma insensible. Por eso cuando alguien se anima a contarle a sus amigos el infierno en el que vive suele recibir burlas de parte de èstos, lo cual evidentemente lo desanima y opta por quedarse callado. Pero precisamente eso es lo que debemos de cambiar. No todos son asì. Gracias a Dios yo recibì mucho apoyo de amigos hombres que me confortaron y me escucharon con todo respeto y es lo que pretendo con èste espacio. Y esa caracterìstica es lo que en mucho nos distingue de las mujeres: ellas suelen ser muy solidarias entre sì de manera que si se enteran que una amiga tiene problemas con el marido o el novio inmediatamente le prestan su apoyo y la confortan. ¿Por què no podemos lograr nosotros eso? Es tiempo de ser ya lo suficientemente maduros y dar algo de nosotros, con todo el respeto que quien padece èstas situaciones merece como ser humano.
Me consta que la sociedad es muy dura cuando se trata de juzgar los actos del hombre. La mujer tiene la gran ventaja de que ante la sociedad es la parte dèbil, inclusive las leyes en nuestro paìs permiten ejercer ese sentimiento de tutela, lo cual tiene su razòn de ser precisamente en èste estereotipo de debilidad. Un ejemplo de èsto lo podemos hallar en el artìculo 261 del Còdigo de Procedimientos Civiles del Estado de Querètaro, que si bien es cierto habla de “cualquiera de los cónyuges”, en la pràctica forense es comùn que los supuestos previstos en este dispositivo legal suelen aplicarse mas benévolamente hacia la mujer que hacia el hombre. Por ejemplo, el inciso c) de la fracciòn VIII del citado precepto legal establece lo siguiente:
“Artículo 261. Al admitirse la demanda de divorcio o antes si hubiere urgencia, el juez proveerá provisionalmente y sólo mientras dure el juicio, lo siguiente:
VIII. En los casos en que el juez lo considere pertinente, de conformidad con los hechos expuestos, las causales invocadas en la demanda, las pruebas hasta ese momento exhibidas y con el fin de salvaguardar la integridad y seguridad de los interesados, tratándose de violencia familiar, podrán decretarse las siguientes medidas:
...
c) Prohibir al cónyuge agresor acudir a lugares determinados, tal como el domicilio, el lugar donde trabajen o estudien los agraviados, entre otros.”
Se autoriza al juzgador de lo familiar o al que resulte competente en tèrminos legales, a dictar la medida a que se refiere el precepto transcrito. Como abogados sabemos que en materia del Derecho de Familia existen situaciones para las cuales se deben tomar decisiones y medidas que no admiten demora porque puede existir riesgo grave de peligro para las personas que en el Derecho de Familia tienen un interès superior que debe ser tutelado por el Estado debido a su misma condiciòn de desventaja, es decir, los menores e incapacitados. Estos sujetos son el centro del Derecho de Familia y para protegerles la ley otorga a los juzgadores facultades como las que se desprenden del precepto transcrito. Pues bien, en la pràctica es muy comùn que, cuando la demandante es la mujer suele decretarse por el Juez la restricción en contra del marido para que se abstenga de acercarse al domicilio donde aquella vive con sus hijos o al centro de trabajo o la escuela de ambos, respectivamente y ello suele concederse bastando que en la demanda la mujer exprese que existe riesgo grave de que el esposo se los lleve de la ciudad “porque varias veces la ha amenazado con hacerlo” sin necesidad de aportar prueba alguna de ello. Pero si quien solicita la medida en cuestión es el hombre (lo cual no cabe duda que suele ser raro) ahì cambia la situación, ya que a èste se le condiciona su otorgamiento a que ofrezca pruebas idòneas de que es un riesgo para los hijos que la madre se les acerque; entonces, si quien solicita la medida es el hombre, los jueces suelen fundarse en la parte del precepto que dice: “…las causales invocadas en la demanda, las pruebas hasta ese momento exhibidas…”, para requerir al interesado que ofrezca pruebas, lo cual en gran nùmero de casos es prácticamente imposible porque en gran nùmero de conflictos legales relacionados con el Derecho De Familia las situaciones que sufren las partes y/o los hijos se dan sin testigos de por medio; se dan al interior del núcleo familiar o del domicilio conyugal; esto hace que el hombre quede en estado de indefensiòn, de desamparo y que su derecho a pedir las medidas cautelares que marca la ley sea vuelva nugatorio, al no contar muchas veces con pruebas directas que justifiquen que se le conceda, por ejemplo, la medida prevista en el precepto transcrito. Y es que la misma ley considera a la madre como la mas idònea para encargarse de la custodia provisional de los hijos, como lo establece la fracciòn V del mismo artìculo 261:
“V. Poner a los hijos al cuidado de la persona que de común acuerdo hubieren designado los cónyuges, pudiendo ser uno de éstos. En defecto de este acuerdo, el juez resolverá lo conducente, tomando en cuenta las circunstancias específicas, posibilidades y capacidades del padre, la madre o de la persona que conforme al interés superior de los hijos sea más conveniente para éstos, con la obligación del que tiene la custodia de permitir la convivencia con el otro progenitor o progenitores, si es el caso. Salvo que exista peligro para el normal desarrollo de los hijos, los menores de doce años deberán quedar provisionalmente al cuidado de la madre”
No niego que, desde el punto de vista emocional, biològico y psicològico, generalmente es la madre la persona mas idònea para quedar a cargo de los hijos durante un juicio de divorcio; la madre es quien por sus caracterìsticas es la mas adecuada para encargarse de la crianza de sus hijos pequeños dado que el amor de una madre es ùnico y excepcional y la sensibilidad natural de la mujer abre sus instintos para que el cuidado de su hijo sea como el de una leona hacia sus crìas, lo digo porque la vida me dio una madre que es capaz de dar un amor incondicional, sin barreras y dispuesto a todo; sin embargo, desgraciadamente hay excepciones a èsta regla, excepciones que desafortunadamente en muchas ocasiones no es posible probarlas con pruebas directas y que conforman situaciones de verdadero peligro para los hijos y es cuando el padre desesperado solo tiene que conformarse con la esperanza de lograr algún dìa obtener la custodia de sus hijos rogando a todos los cielos que esten bien. Y el padre, queda nuevamente en desventaja, pues los jueces suelen ser sumamente estrictos en sus exigencias de prueba al padre varòn, cuando èl mismo pudo ser vìctima de violencia por parte de su esposa o pareja, esa violencia que quizàs sea uno de los motivos del conflicto que las partes estèn enfrentando en los tribunales.
Por otra parte, en relaciòn con el cìrculo social de la pareja protagonista de èsta violencia femenil, quizàs feliz ante los ojos de los demàs, el hombre enfrenta tambièn un verdadero desafìo, un proceso del cual no queda mas opciòn que buscar la forma de salir airoso y con la cabeza en alto si es que no quiere perder la cordura y su estima propia y su dignidad como ser humano. Habemos hombres, como yo mismo y tantos mas que con seguridad existen en el mundo, que buscamos de alguna forma a lo largo de nuestro matrimonio o de nuestra vida en comùn, siempre procurar una soluciòn pacìfica a los conflictos. Cuando nuestra pareja es incapaz de controlar su carácter y explota en ira desbordada usualmente nos invade un sentimiento de culpa, un sentimiento de culpa que nos hace creer (inducidos por nuestro ego y motivado por nuestra falta de amor a nosotros mismos) que si nuestra pareja se comporta en forma irascible o violenta hacia nosotros es porque nosotros tenemos la culpa… “Tiene razòn, es que yo soy demasiado distraìdo, ¿còmo no quiero que se enoje y me regañe de la forma en que lo hace?”, solìa pensar yo. Y cuando se daba un solo dìa sin que mi pareja me denostara con palabras que lastiman mucho màs que los golpes o la tortura fìsica mas cruel, yo solìa dar gracias a Dios porque no habìa provocado su enojo hacia mì. Pero, cuando la situación recrudece cada dìa màs y uno como hombre no puede mas, cuando llega el momento en que la paciencia y la rabia, la impotencia, la tristeza y la frustración alcanzan su clìmax, es prácticamente inevitable algo que solo era cuestión de tiempo: la salida del marido, novio o concubino del domicilio comùn, algo que en mi caso fue una experiencia verdaderamente lastimera, pues cuando se llega a la necesidad de tomar tal decisión todas las cosas de nuestra vida en pareja se suceden dentro de nuestra cabeza, tal como dicen que ocurre a quien està a punto de morir… ¡¡Cuàntos sueños, cuàntas ilusiones, cuàntos proyectos en comùn que habìan sido prospectados en pareja, pasan por nuestra cabeza en èste preciso momento!! Y sin embargo, salvo contadas excepciones, es en ese momento cuando todas aquellas personas en las que uno confiaba por amistad, le dan a uno la espalda. Y la razòn no es otra sino la siguiente, aùn cuando no se nos diga expresamente: ante los ojos de la generalidad es la mujer quien queda en desamparo, es la mujer quien muchas veces aparece ante el pùblico como agraviada a causa de ese “abandono” del domicilio conyugal; pues reitero, queràmoslo o no, de una u otra manera, en mayor o menor medida, es la fèmina quien suele ser considerada la parte “dèbil” del binomio hombre – mujer, porque a fin de cuentas los demàs suelen considerar que “la dejò botada con dos hijos, a su suerte y ni siquiera les pasa pensiòn”, aunque no sea asì, aunque los motivos que hubo para ello sean muy distintos de lo que las lenguas viperinas suelen creer y murmurar.
Por otra parte, en cuestiones legales, no desconozco que suele ser el hombre quien se tiene que ver, a final de cuentas, precisado a salir del domicilio conyugal cuando el ambiente de pareja le es adverso, porque el hombre que sufre violencia termina vièndose orillado a dejar el domicilio conyugal o comùn con tal de dejar de padecerlo. Y nuevamente, es mucho mas comùn que los jueces ordenen como medida cautelar la salida del varòn del domicilio conyugal, mas no al revès, pues cuando el hombre es quien lo solicita suele exigìrsele la aportación de medios de prueba que justifiquen la necesidad de la medida o, en el mejor de los casos, que proporcione a la mujer que debe salir del domicilio un techo dònde vivir.
¿Cuàl es la razòn de fondo de tales distinciones? ¿Es acaso el hombre quien ahora debe emprender su propia lucha por la igualdad de gèneros? Si la mujer ha peleado durante años por que deje de consideràrsele un ser dèbil o inferior ¿Por què la sociedad insiste en darle ese papel? Quizàs en el fondo se trata de un sentimiento paternalista, semejante al que imperaba en otras èpocas. Y conste que no estoy justificando totalmente al varòn, pues los hay que vulneran y violentan a la mujer en forma totalmente inhumana y cruel, solo digo que la sociedad suele juzgar ìmpidamente a los hombres como si nosotros no fuèsemos susceptibles de ser sujetos pasivos de èste mal social que se llama violencia famliar.
EL CONFLICTO INTERNO. ¿QUÈ ES LO QUE PASA POR NUESTRA CABEZA?
El hombre que es objeto de maltrato por parte de su pareja se ve acosado por un sinfín de pensamientos de toda ìndole; entran en juego sus valores personales, entra en conflicto sus paradigmas personales con lo que su conciencia le dicta que debe hacer y si no se comprende lo que quiero decir, lo expongo a continuación.
Regularmente el maltrato tiene un comienzo. Cuando se inicia una relaciòn de pareja, la mente y el cuerpo se preparan para vivir lo que es una novedad. Todo al inicio se encuentra en su clìmax, es decir, la sensación de enamoramiento, la atracción fìsica, la atracción sexual y la admiración por ese ser que ha entrado en nuestra vida recientemente se encuentran en su màxima expresión debido a que los individuos se encuentran en una etapa inicial, de novedad, de ànimo y de alegrìa por esa relaciòn de pareja que inicia con grandes expectativas y sueños. Tanto al hombre como a la mujer les sucede que al principio de una relaciòn de pareja tendemos a idealizar al otro y esa idealización se da precisamente porque estamos viviendo una novedad, màxime si esa persona entrò a nuestra vida en un momento especialmente critico para uno. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, la sensación de euforia que al principio sentimos va disminuyendo, lo que es normal desde el punto de vista psicològico e incluso fisiològico. ¿Por què? Los sexòlogos saben que cuando se inicia una relaciòn de pareja nuestro organismo eleva sus niveles hormonales como una forma de acondicionarse a la vivencia de la nueva experiencia, los cuales, con el tiempo y una vez que la relaciòn de pareja se va estabilizando, comienzan a disminuir, y a èsto se suma el factor “rutina”, ya que con el tiempo en una relaciòn de pareja van comenzando a tomar mas importancia otras cosas derivadas de la vida cotidiana como lo son los gastos de la casa, el trabajo, los compromisos personales de cada uno, los hijos en su caso, etc., de manera que inclusive la euforia sexual disminuye; por eso es comùn que muchas parejas disminuyan su actividad sexual con el transcurso del tiempo. ¿Còmo mantener encendida la llama de la pasiòn, del amor y de la amistad en pareja? Eso es cuestión precisamente de cada pareja, es asunto y responsabilidad de cada pareja mantener viva esa llama si es que se tiene amor recìproco y para ello hay muchas formas. Pero ello no forma parte del el tema de èste blog, sino lo que viene a continuaciòn.
He mencionado todo èsto porque dentro de esa cotidianidad que paulatinamente se va dando en la relaciòn de pareja, sea que vivan juntos o no, una vez que disminuye el sentimiento de euforia comienza a surgir el yo verdadero. Paulatinamente comenzamos a conocer diversos aspectos de nuestra pareja que por razones obvias al principio no notamos. No me refiero en el aspecto negativo, me refiero tanto a aspectos positivos como negativos, me refiero tanto a aspectos que hacen que dìa nos encante mas nuestra pareja como a sus defectos como ser humano. Sin embargo, como inconscientemente tendemos a atraer a nuestra vida a personas “acordes” con nuestros patrones mentales, si èstos son negativos poco a poco comenzamos a percibir en nuestra pareja sus manifestaciones negativas, acordes a nuestro subconsciente: NO A NUESTRA PARTE CONSCIENTE.
Asì es, a medida que avanza el tiempo y que se va conociendo mejor a nuestra pareja, comenzamos a notar ciertas cosas o detalles que, aunque conscientemente nos hacen sentir incòmodos, nuestro EGO, nuestro inconsciente las tolera. Esto significa que cuando nuestra pareja comienza a mostrar rasgos de agresividad y faltas de respeto hacia nosotros, uno como hombre comienza a ser indulgente y tolerante, bajo la creencia de que “bueno, asì es ella, no la puedo cambiar, lo importante es que nos queremos” y aunque nuestra pareja con ello nos haga sentir incòmodos, lo toleramos bajo esa premisa y bajo el miedo, en el fondo, de que si nos enojamos o reclamamos, nos terminen y nos dejen, TAL Y COMO LES PASA A LAS MUJERES QUE COMIENZAN A SUFRIR VIOLENCIA DE SU PAREJA.
Ante esa dificultad uno no tiene mas remedio que callar, sufrir en silencio… y no estoy exagerando ni pretendo ponerme melodramàtico, SÌ, SE SUFRE EN SILENCIO, y hoy me atrevo a decirlo sin pena, NOSOTROS TAMBIÈN SUFRIMOS POR ESO y reconocerlo no nos hace menos hombres; al contrario, si lo reconocièramos y nos abrièramos podrìamos apoyarnos los unos a los otros COMO LO HACEN LAS MUJERES ENTRE SÌ; sin embargo ¿què pasa? Que si nosotros hicièramos eso, los “amigos”, los compañeros de trabajo, los vecinos, la sociedad, nos tacha de “putos” y/o “chillones”. ¿Qué justifica eso? ¿Con què derecho lo hacen?
Nadie se ha percatado con la debida seriedad de que tambièn el varòn puede requerir ayuda psicològica; nadie ha tomado conciencia en serio de que las cifras de violencia hacia los hombres por parte de sus parejas son mas altas de lo que se cree o arrojen las estadìsticas precisamente por la barrera de incredulidad que los hombres en èsta situación enfrentan y ante la casi imposibilidad de probar las agresiones de que se es objeto. Si los hombres tuvièramos oportunidad de acreditarlo, estoy seguro que las estadìsticas subirìan un poco… Y digo un poco porque nuestra sociedad nos ha educado estùpidamente en el sentido de que los hombres “no lloramos” y el que se dice que “sufre” violencia es puto o mandilòn lo que ocasionarìa que muchos hombres continuaran sin buscar ayuda. Casi necesitaríamos que la mujer tambièn nos golpeara con frecuencia para poder tener con què quejarnos.