Nuestro Objetivo

Muchas ocasiones los hombres tambièn sufrimos el lastre de la violencia intrafamiliar por parte de nuestra pareja. Elevado nùmero de casos constituyen una cifra negra porque los hombres, por prejuicios que nos han sido inculcados a lo largo de generaciones, muchas veces no nos atrevemos a buscar ayuda por el què diràn o porque supuestamente los hombres no lloran. ¡Cuantas veces lo que buscamos es alguien con quien hablar de lo que nos sucede al respecto y no nos atrevemos por muchas razones! Nadie es el ùnico que lo puede vivir.

Nuestro objetivo que motiva èste espacio es dar apoyo y consejo a quien lo necesite. Los hombres tambièn somos susceptibles a padecer èste ml social y familiar y a travès de èste medio buscamos orientar y apoyar con informaciòn y experiencias valiosìsimas que te motiviaràn y ayudaràn a sentirte mejor.

¡BIENVENIDOS SEAN Y QUE DISFRUTEN ÈSTE ESPACIO!.

martes, 23 de febrero de 2010

EL CONFLICTO INTERNO. ¿QUÈ ES LO QUE PASA POR NUESTRA CABEZA?

El hombre que es objeto de maltrato por parte de su pareja se ve acosado por un sinfín de pensamientos de toda ìndole; entran en juego sus valores personales, entra en conflicto sus paradigmas personales con lo que su conciencia le dicta que debe hacer y si no se comprende lo que quiero decir, lo expongo a continuación.


Regularmente el maltrato tiene un comienzo. Cuando se inicia una relaciòn de pareja, la mente y el cuerpo se preparan para vivir lo que es una novedad. Todo al inicio se encuentra en su clìmax, es decir, la sensación de enamoramiento, la atracción fìsica, la atracción sexual y la admiración por ese ser que ha entrado en nuestra vida recientemente se encuentran en su màxima expresión debido a que los individuos se encuentran en una etapa inicial, de novedad, de ànimo y de alegrìa por esa relaciòn de pareja que inicia con grandes expectativas y sueños. Tanto al hombre como a la mujer les sucede que al principio de una relaciòn de pareja tendemos a idealizar al otro y esa idealización se da precisamente porque estamos viviendo una novedad, màxime si esa persona entrò a nuestra vida en un momento especialmente critico para uno. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, la sensación de euforia que al principio sentimos va disminuyendo, lo que es normal desde el punto de vista psicològico e incluso fisiològico. ¿Por què? Los sexòlogos saben que cuando se inicia una relaciòn de pareja nuestro organismo eleva sus niveles hormonales como una forma de acondicionarse a la vivencia de la nueva experiencia, los cuales, con el tiempo y una vez que la relaciòn de pareja se va estabilizando, comienzan a disminuir, y a èsto se suma el factor “rutina”, ya que con el tiempo en una relaciòn de pareja van comenzando a tomar mas importancia otras cosas derivadas de la vida cotidiana como lo son los gastos de la casa, el trabajo, los compromisos personales de cada uno, los hijos en su caso, etc., de manera que inclusive la euforia sexual disminuye; por eso es comùn que muchas parejas disminuyan su actividad sexual con el transcurso del tiempo. ¿Còmo mantener encendida la llama de la pasiòn, del amor y de la amistad en pareja? Eso es cuestión precisamente de cada pareja, es asunto y responsabilidad de cada pareja mantener viva esa llama si es que se tiene amor recìproco y para ello hay muchas formas. Pero ello no forma parte del el tema de èste blog, sino lo que viene a continuaciòn.


He mencionado todo èsto porque dentro de esa cotidianidad que paulatinamente se va dando en la relaciòn de pareja, sea que vivan juntos o no, una vez que disminuye el sentimiento de euforia comienza a surgir el yo verdadero. Paulatinamente comenzamos a conocer diversos aspectos de nuestra pareja que por razones obvias al principio no notamos. No me refiero en el aspecto negativo, me refiero tanto a aspectos positivos como negativos, me refiero tanto a aspectos que hacen que dìa nos encante mas nuestra pareja como a sus defectos como ser humano. Sin embargo, como inconscientemente tendemos a atraer a nuestra vida a personas “acordes” con nuestros patrones mentales, si èstos son negativos poco a poco comenzamos a percibir en nuestra pareja sus manifestaciones negativas, acordes a nuestro subconsciente: NO A NUESTRA PARTE CONSCIENTE.


Asì es, a medida que avanza el tiempo y que se va conociendo mejor a nuestra pareja, comenzamos a notar ciertas cosas o detalles que, aunque conscientemente nos hacen sentir incòmodos, nuestro EGO, nuestro inconsciente las tolera. Esto significa que cuando nuestra pareja comienza a mostrar rasgos de agresividad y faltas de respeto hacia nosotros, uno como hombre comienza a ser indulgente y tolerante, bajo la creencia de que “bueno, asì es ella, no la puedo cambiar, lo importante es que nos queremos” y aunque nuestra pareja con ello nos haga sentir incòmodos, lo toleramos bajo esa premisa y bajo el miedo, en el fondo, de que si nos enojamos o reclamamos, nos terminen y nos dejen, TAL Y COMO LES PASA A LAS MUJERES QUE COMIENZAN A SUFRIR VIOLENCIA DE SU PAREJA.


Cada uno de nosotros, cada ser humano, inconscientemente busca en la vida lo que le es afìn. Si un hombre tiene insertos en su subconsciente patrones mentales negativos acerca de sì mismo generados de las experiencias de su infancia por sus padres, familiares, entorno social, etc., forzosamente buscarà a alguien que llene su necesidad inconsciente de fomentar sus patrones negativos. Asì, un hombre que se cree feo, que viviò una infancia de maltrato emocional por su padre quien siempre le decìa que “eres un pendejo, un inútil, nunca puedes hacer nada bien” crecerà bajo la premisa mental de que “es feo, es un pendejo, un inútil y que nunca puede hacer nada bien” y buscarà una pareja que llene su necesidad de ser maltratado, AUNQUE SU PARTE CONSCIENTE DIGA QUE QUIERE SER FELIZ Y ENCONTRAR UNA PAREJA QUE LO RESPETE. Asì las cosas, tenderà a encontrar una pareja con patrones mentales compatibles; por ejemplo, una mujer que viviò una infancia llena de experiencias y vivencias de maltrato, exagerada inflexibilidad y/o machismo por parte de su padre hacia ella y/o hacia su madre crecerà con el patròn mental subconsciente de que “los hombres son unoa desgraciados y estùpidos y hay que hacerles pagar con la misma moneda a los malditos”, de manera que èste hombre y èsta mujer son el “clic” ideal entre sì: uno que busca satisfacer su necesidad inconsciente de ser maltratado y otra que busca satisfacer su necesidad inconsciente de maltratar. IGUAL QUE COMO LES SUCEDE A LAS MUJERES QUE SUFREN VIOLENCIA.


Cuando nuestra pareja nos falta al respeto verbalmente por primera vez, por ejemplo con un simple: “me lleva la chingada contigo”, COSA QUE JAMÀS HABÌA HECHO HASTA ESE MOMENTO, nos sorprendemos. Sin embargo lo toleramos y no le damos importancia, màxime si pasado un rato nuestra mujer se nos acerca y nos dice “¿me perdonas? No lo vuelvo a hacer, se que te hice sentir mal pero es que me desesperè”, desde luego que perdonamos porque amamos a esa persona. Pero igual que como sucede a las mujeres, esas manifestaciones verbales incòmodas poco a poco van tomando mayor frecuencia y mayor tono, de manera que llega un momento en que, por el mas mìnimo detalle que en otra persona no causarìa mayor impacto, nuestra mujer se nos abalanza a groserìas y, en algunas veces hasta a golpes. Sì, tambièn nos sucede, llega el momento en que para esa mujer ya es cotidiano y normal dirigirse con groserìas y palabras hirientes a su pareja; llega el momento en que las disculpas ya ni existen. Y es que cuando la mujer es la que agrede al varòn, el maltrato mas usual por parte de ella es el psicològico o emocional, en tanto que en el caso contrario, es decir, del hombre hacia la mujer, el mas comùn es el fìsico o el econòmico.


En efecto, la mujer tiende a agredirnos y a ser violenta MÀS CON PALABRAS que con golpes; en mi caso fueron comunes las malas palabras, los gritos, las expresiones denostativas tal como lo hacìa mi padre, incluso con sus mismas palabras. “Eres un pendejo, me lleva la chingada contigo, eres un pinche inútil, me tienes hasta la madre cabròn”, fueron en mi caso las expresiones mas frecuentes usadas por mi esposa hacia mi persona. El hecho de que la mujer sea mas usuaria de la violencia verbal y psicològica es lo que hace sumamente difícil para el varòn denunciar, pues ¿còmo acreditamos todo eso, si usualmente sucede al interior de la casa conyugal y sin que haya presente nadie mas? No queda la gran mayorìa de las veces otro remedio para el hombre en èsta situación que sentarse a sufrir su pena en silencio y sentirse culpable por haberla hecho enojar, pues si se presenta a alguna institución de Asistencia Familiar o a presentar alguna denuncia ante el Ministerio Pùblico por Violencia Intrafamiliar le van a decir que “se tranquilice y se vaya a su casa”, amèn de la mirada incrèdula y/o burlona de la autoridad en turno, a lo que ya me referì mas arriba. En cambio, como el hombre suele ser violento fìsicamente, la mujer tiene la “ventaja”, por llamarle de algún modo, de estar en mayor probabilidad de probar la violencia de que ha sido objeto por parte de su esposo y ello es uno de los factores que hace mas comùn y mas difundida la violencia familiar por parte del varòn. O bien, la violencia econòmica es mas fàcil de acreditar con la sola aseveraciòn ante la autoridad competente por parte de la mujer de que el hombre ha sido omiso en darle alimentos junto con una constancia judicial de no depòsito de pensiòn alimenticia, lo que constituye otra ventaja a favor del sexo femenino.


Ante esa dificultad uno no tiene mas remedio que callar, sufrir en silencio… y no estoy exagerando ni pretendo ponerme melodramàtico, SÌ, SE SUFRE EN SILENCIO, y hoy me atrevo a decirlo sin pena, NOSOTROS TAMBIÈN SUFRIMOS POR ESO y reconocerlo no nos hace menos hombres; al contrario, si lo reconocièramos y nos abrièramos podrìamos apoyarnos los unos a los otros COMO LO HACEN LAS MUJERES ENTRE SÌ; sin embargo ¿què pasa? Que si nosotros hicièramos eso, los “amigos”, los compañeros de trabajo, los vecinos, la sociedad, nos tacha de “putos” y/o “chillones”. ¿Qué justifica eso? ¿Con què derecho lo hacen?


La mujer suele ser violenta, màs verbal y psicológicamente, que en forma fìsica. Yo lleguè al extremo de padecer gritos y malas palabras por cualquier detalle por màs ìnfimo que parezca. Varias ocasiones en que iba en mi automóvil con mi esposa en que nos encontràbamos buscando alguna calle o algún domicilio, a veces me sucedìa que me pasaba de la calle o que me equivocaba de calle en la que debìa meterme; eso ocasionaba que la señora me insultara a gritos. “Pero ¡còmo eres pendejo, con una chingada! Ora vamos a dar pinches vueltas y vueltas cabròn ¿que no te estàs fijando? ¿Eres pendejo o què?”. Pero no tenìa la culpa ella, sino yo, por tolerarlo. Pero ¿por què lo toleraba? La razòn son mis patrones negativos. Yo crecì bajo la patria potestad de un padre que, como todo ser humano, tenìa defectos y virtudes. Se, lo reconozco, que tenìa grandes virtudes, pero tambièn grandes defectos y uno de ellos fue la intolerancia y el maltrato verbal y psicològico hacia mì… Y yo crecì bajo los patrones mentales cuyo complemento encontrè en mi esposa: una mujer criada bajo un ambiente paternal estrictamente disciplinario, inflexible, falto de expresiones de cariño y en el cual para colmo existiò una infidelidad de su padre hacia su madre. No fuimos otra cosa sino el “clic” ideal uno al otro: yo buscando saciar mi necesidad inconsciente de ser maltratado y ella buscando saciar su necesidad inconsciente de maltratar.


Son tantas las cosas que pasan por nuestra cabeza cuando vivimos una situación de violencia verbal y psicològica por parte de nuestra pareja. Nos pasa por la cabeza la idea de abandonar el hogar conyugal, pero la rechazamos por miedo, miedo al què va a decir mi familia, miedo a què van a decir los amigos, miedo a ser señalado como “el que abandonò a su esposa”; llega el momento en que nos gobierna el miedo; sucumbimos ante el terror de ser señalados y preferimos seguir soportando vejaciones, porque es màs còmodo. En efecto, cuando dejamos que nuestros patrones negativos nos dominen es màs còmodo tolerar la situación que enfrentarla; preferimos seguir soportando el maltrato y dejarnos llevar por lo que digan los demàs, antes que dar toda nuestra atención a “què es lo que digo yo mismo”. Y es màs còmodo porque nuestro subconsciente nos domina, la “voz del miedo” nos dice “mejor aguàntate, no tienes forma de rebelarte porque eres un inùtil”, aunque nuestra parte consciente, nuestra razòn nos diga que salgamos de ese circulo y de ese ambiente negativo preferimos aguantarnos por la falta de amor a nosotros mismos producto de nuestros patrones mentales negativos acerca de nosotros mismos, TAL Y COMO LES SUCEDE A LAS MUJERES QUE SUFREN VIOLENCIA POR PARTE DE SU PAREJA.


Y por màs que alguien, por lo general algún familiar, nos diga que nota algún indicio de lo que sucede, solemos negarlo, solemos desdecirlo por miedo, aunque estemos conscientes de que estamos viviendo un infierno. Nos dominan nuestros patrones mentales negativos. Llegò el momento en que yo solìa decir: “gracias Dios mìo, porque el dìa de hoy transcurriò sin que yo la hiciera enojar”.


Cuando la situación se vuelve ya a tan grado extremo grave puede llegar el momento en que ya no sea posible soportarla y nos vemos precisados a tomar una determinación: la de dejar el hogar conyugal. Yo lo hice bajo una carga de culpabilidad enorme, pues dejaba a una hija y desde luego no es nada fácil dejar su casa. ¡Cuàntas cosas pasan por nuestra cabeza en ese momento! Decìa arriba que es como si toda mi vida transcurriera en fracciones de segundo y es que efectivamente, comienza uno a ser señalado por las amistades o los conocidos como “el que abandonò a su esposa”. Comienza uno a experimentar el rechazo incluso de su propia familia, pues todos desconocen por lo regular todas las situaciones vividas, toda la violencia de que fuimos objetos. Yo en mi caso nunca dije nada a mi propia familia por miedo a que no me creyeran y porque simplemente pensaba que la “ropa sucia debe lavarse en casa”, con lo cual lo ùnico que hice fue acrecentar al infierno que vivìa, pues mi propia familia no creìa a mi esposa capaz de comportarse de la manera en que yo decìa dado que, aunque no era santo de su devociòn, jamàs habìan visto algo que les indicara que era una persona agresiva o neuròtica. ¡Pues claro que jamàs lo habìan visto, pues todas las situaciones sucedìan entre nosotros, rara vez en presencia de alguien mas y eso no tan graves! ¡Este es el gran obstáculo que enfrentamos los hombres: la incredulidad!

El siguiente video muestra testimonios al respecto, como podremos ver.



Nadie se ha percatado con la debida seriedad de que tambièn el varòn puede requerir ayuda psicològica; nadie ha tomado conciencia en serio de que las cifras de violencia hacia los hombres por parte de sus parejas son mas altas de lo que se cree o arrojen las estadìsticas precisamente por la barrera de incredulidad que los hombres en èsta situación enfrentan y ante la casi imposibilidad de probar las agresiones de que se es objeto. Si los hombres tuvièramos oportunidad de acreditarlo, estoy seguro que las estadìsticas subirìan un poco… Y digo un poco porque nuestra sociedad nos ha educado estùpidamente en el sentido de que los hombres “no lloramos” y el que se dice que “sufre” violencia es puto o mandilòn lo que ocasionarìa que muchos hombres continuaran sin buscar ayuda. Casi necesitaríamos que la mujer tambièn nos golpeara con frecuencia para poder tener con què quejarnos.

1 comentario:

  1. Hola soy mon del foro de hombres-maltratados.com si necesitas alguna cosa me puedes encontrar en monsearnan@hotmail.com

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