Nuestro Objetivo

Muchas ocasiones los hombres tambièn sufrimos el lastre de la violencia intrafamiliar por parte de nuestra pareja. Elevado nùmero de casos constituyen una cifra negra porque los hombres, por prejuicios que nos han sido inculcados a lo largo de generaciones, muchas veces no nos atrevemos a buscar ayuda por el què diràn o porque supuestamente los hombres no lloran. ¡Cuantas veces lo que buscamos es alguien con quien hablar de lo que nos sucede al respecto y no nos atrevemos por muchas razones! Nadie es el ùnico que lo puede vivir.

Nuestro objetivo que motiva èste espacio es dar apoyo y consejo a quien lo necesite. Los hombres tambièn somos susceptibles a padecer èste ml social y familiar y a travès de èste medio buscamos orientar y apoyar con informaciòn y experiencias valiosìsimas que te motiviaràn y ayudaràn a sentirte mejor.

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martes, 23 de febrero de 2010

¿DE DÒNDE SURGIO LA IDEA DE LA IGUALDAD DE GÈNEROS?

En nuestros dìas ha cobrado enorme relevancia el tema de la igualdad de gèneros, tema de interès bastante comùn en razòn de que la mujer ha peleado durante dècadas por lograr que se le tenga en un concepto distinto del que durante años, antes de la dècada de los años cincuenta, solìa concebìrsele.


En efecto, es de casi todos conocido que el papel de la mujer en los siglos XIX y XX, èste ùltimo entre las dècadas de los años veinte y cincuenta (cito èstas por delimitar un espacio de tiempo) se veìa supeditado a las òrdenes o deseos del padre, aunque en ciertos casos tambièn de la madre quien, influenciada por las enseñanzas que a su vez inculcaron en ella su propia madre y demàs ascendientes, tenìa la idea de que “hay que hacer lo que tu padre disponga”, o bien, “somos mujeres y a nosotras nos toca obedecer”. Ello significaba que el papel de la mujer en el matrimonio por lo que ve a la educación de las hijas mujeres era el de mera ejecutora u obedecedora de los deseos del jefe de familia. Asì las cosas, aùn en el pasado siglo XX era comùn encontrar casos en los que, si el jefe de familia disponìa que “Bernardita tiene que casarse con Mariano porque es el hijo de mi compadre”, tal voluntad no estaba sujeta a discusión, ni siquiera a una simple opinión. “En èsta casa se hace lo que yo diga porque es por tu propio bien”, solìa decirse por los jefes de familia que, al cobijo de ideas ultraconservadoras, muchas veces rayantes en la tiranìa, imponìan su voluntad severamente, Y desde luego, no faltaba el apercibimiento para la hija que osara contravenir la voluntad de su padre y por ende, el correspondiente castigo, no menos severo y muchas veces cruel a que se hacìa acreedora si ese tìmido deseo que seguramente en ella florecìa de “hacer lo que yo quiero para mì” se atrevìa a materializarse en cualquier medida.


La mujer de principios del siglo XX se regìa en muchos casos bajo normas patriarcales ¿A què me refiero al respecto? Veamos el caso de la película “Como Agua para Chocolate”. Si alguien la ha visto habrase dado cuenta de la temàtica que contiene: una madre dominadora que tenìa la idea, mas enraizada que la primer espinilla de un adolescente de catorce años, de que la menor de sus hijas “tenìa” (segùn quièn, me pregunto yo) el deber de quedarse solterona para toda la vida porque tenìa que cuidar de ella cuando fuera anciana. Y vemos en èsta película un mando de familia altamente estricto, conservador, inflexible y hasta tirànico. Lo sobresaliente es que en la película, tal mando lo ejerce la madre. Es curioso, pero conductas como èsta que comúnmente se atribuyen al padre varòn, en èste caso se actualiza en la madre de familia, quien en el filme rompe con los estàndares que actualmente solemos concebir como “esperados” de parte de una madre; es decir, hoy dìa damos por hecho que una madre es amorosa, tierna, capaz de dar hasta la vida por sus hijos, porque ese es el prototipo que generalmente esperamos de acuerdo a nuestras actuales normas de familia y en efecto, salvo algunas excepciones, es comùn que nuestra madre reùna esas caracterìsticas. Incluso por eso festejamos, al menos en Mèxico, un “Dìa De La Madre” y la celebramos y la consentimos especialmente en esa ocasión, por todo lo que ella hace por nosotros. Es mas, decimos en Mèxico que se nos pueden decir toda la sarta de groserìas que quieran, pero que no se metan con nuestra madrecita…


Bueno…. Y… ¿Por què saliò èsto?...


¡AH, SI! Sin embargo, volviendo a la cuestión de la película, a mì en lo personal cuando la vi me causò extrañeza, como si estuviera viendo una película de Aliens o como si pusieran a mi vista un gato con seis patas… Y me causò èsta extrañeza porque la vida me dio de una madre con las cualidades que arriba enumerè y se lo agradezco enormemente, siendo èsta la razòn por la cual con esa película dije ¡¡¡¡QUEEEEEEEEE!!!!! ¡¡¡¡ESTO NO ES LO QUE APRENDI QUE DEBE SER UNA MADRE!!!!!!!! Asì es, en “Como Agua para Chocolate” vemos a una madre de familia, autoritaria, inflexible, ultraconservadora y tirana, incapaz de pensar en la felicidad de su propia hija quien es considerada por su propia madre como un objeto de su pertenencia que DEBE cuidar de ella cuando sea anciana. Por ello era impensable siquiera que la muchacha pensara en tener un amorìo o cualquier inquietud que implicara abandonar el hogar materno.


No desconozco que este panorama que arriba describo sigue sucediendo en nuestros dìas, porque hay de todo. Hay madres muy amorosas, hay madres que dan todo por sus hijos, asì como hay madres crueles, madres arrogantes, madres egoístas, madres que ni siquiera merecerìan ser llamadas asì… En fin. Cuando hago referencia al siglo pasado no quiero decir que doy por hecho que situaciones como esas ya no existen. Claro que las hay, solo que en la època a que me he venido refiriendo era mas marcado, por razòn de que no existìa la liberación sexual, la liberación juvenil ni la informaciòn y las diversiones a las que hoy los jóvenes tienen acceso, amèn de que las ideas indudablemente han evolucionado en general.


Ahora bien… ¿Por què las madres como la de la película “Como Agua Para Chocolate” eran asì? Ello tenìa su razòn de ser en la educación tan rìgida que solìa prevalecer a principìos y hasta mediados del siglo XX. Por lo regular ese tipo de personas cuyo carácter es dominante crecieron en ambientes en los cuales la ùltima palabra del padre nunca podìa ponerse a discusión y como todos tendemos a repetir los patrones de conducta que nos han sido inculcados, ello resulta en que las personas no pueden a su vez inculcar a sus hijos algo diferente de lo que aprendieron y por ende, si esas mujeres recibieron tratos duros faltos de tacto y cariño, pues desde luego que repetiràn lo mismo con su propias hijas. Si esas mujeres, como la de la película, crecieron a su vez en ambientes donde la ley suprema era “debes hacer ciegamente lo que ordena tu padre”, es casi seguro que repetiràn lo mismo con su propia descendencia, en especial la femenina. Mas adelante aclararè por què hago especial referencia a las hijas mujeres.


Cuando la mujer madre de familia adopta èste tipo de roles en apoyo del padre dominante, aquella no hace mas que ser un reflejo de la tiranìa del padre dominante, mas sin embargo eso se debe seguramente a que esa madre creciò en un hogar en el que nadie podrìa osar contradecir las òrdenes del jefe de familia, de modo que esas madres tienden a criar a sus hijas tal como ellas fueron crìadas, aunque esto implique en muchos casos someterse en forma ciega y aùn a riesgo de su propia integridad fisica, a todo lo que el varòn jefe de familia disponga. De èsta forma, la mujer que ha crecido en circunstancias de dominaciòn por parte del hombre tiende a repetir el mismo patròn y a inculcar a sus propias hijas la idea de la sumisión, la idea de que no tienen derecho a expresar su opinión y de que su ùnico destino es ser “mujer de casa”. Esto en algún tiempo fue bastante comùn.


Pero todo es una cadena, un cìrculo vicioso que al paso de cada generaciòn se alimenta y se nutre de màs vicios mentales e ideològicos. Pero curiosamente, bajo èsta situación que imperaba sobre la mujer es cuando realmente podìamos hablar de una verdadera igualdad o al menos algo que asemejaba cierta “igualdad” de gèneros… No, mas aùn, ni siquiera podemos hablar en èste momento de igualdad o desigualdad, pues solo imperaba la voluntad ¡¡DE UN SOLO GÈNERO: EL MASCULINO!! Y dije “verdadera” porque el concepto “igualdad de gèneros” tal como el movimiento feminista actual lo ha acuñado y manejado es relativamente reciente. Para que podamos hablar de “igualdad de gèneros” tenemos que partir necesariamente de un punto relativo, es decir, tenemos que partir del momento en que la mujer en el mundo se dio cuenta que existìa desigualdad y ese concepto naciò derivado de la evolución ideològica y mental que la mujer comenzò a experimentar a mediados de los años cincuenta y principios de los sesenta en que comenzaron a abrirse las fuentes de empleo para ellas o en que, por ejemplo en Mèxico, se les concediò el derecho al voto. Solo hasta que la mujer comenzò a conquistar privilegios y derechos paulatinamente se dio cuenta que se encontraba en situación de “desigualdad” con respecto al varòn.


¿Por què digo que solo hasta ese momento se dio cuenta la mujer de esa desigualdad? Porque hasta entonces, en el panorama que expuse arriba sobre el autoritarismo paterno y/o materno, realmente tal desigualdad no existìa. La mujer estaba plenamente consciente de que esa era su condiciòn, de que su destino no era precisamente el tener una vida propia a su gusto; era la mujer plenamente consciente de que “tenìa” que hacer lo que su padre (o su madre, educada a la manera patriarcal) disponìa que hiciera. Y no digo que la mujer en esas condiciones estuviera conforme y feliz de la vida de que las cosas fueran asì, sino que estaba consciente de su situación y de que como mujer no podìa aspirar a realizarse personal o profesionalmente lo cual tàcita y sumisamente solìa aceptar. Por eso es que realmente no existìa desigualdad de gèneros, porque entonces la mujer no peleaba por conquistar derechos o defender los ya alcanzados, pues… ¿Cuàles? Si su voluntad debìa ser la del padre o la madre y ello era aceptado, auque fuera a regañadientes. Solo habìa un gènero: el del hombre, mismo que no tenìa rival alguno como para poder hablar de desigualdad.


Y aùn cuando quien mandara en la familia de entonces fuera la madre, como en “Como Agua Para Chocolate”, ello no es mas que el resultado de una estricta e inflexible educación patriarcal, por lo que a final de cuentas resulta en una ideología matizada y marcada por el ùnico gènero dominante de entonces: el masculino. Bàstase reflexionar sobre lo siguiente: ¿Cuàntas madres de familia existen aùn que, son implacables en la manera de juzgar los actos de sus hijas mujeres, pero no se trate de los hijos varones que hagan estupidez y media porque para ellos sì encuentran todas las justificaciones… ¡¡Pero es que ellos son hombres!!... Suelen decir. Y èsto es resultado de una educación por la cual le fue inculcada a la mujer la idea de que: “Dèjalos, los hombres pueden hacer lo que quieran, por eso son hombres”. Por eso digo que son patrones ideològicos matizados por el dominio del gènero masculino.


Por ello, solo en la medida en que paulatinamente la mujer fue ganando la admiración de los propios varones y en que fue ganando y conquistando derechos, es cuando el sexo femenino “se da cuenta” de que hay algo mas para ellas; se da cuenta de que las cosas no deben ser precisamente como sus padres se los habìan ordenado o inculcado; se da cuenta de que tambièn es un ser inteligente, extraordinariamente inteligente que puede lograr las mismas cosas que los hombres y hasta mas, por què no decirlo y que es capaz de subir peldaños y sobresalir en muchos aspectos: profesional, cientìfico, artìstico o el que se guste y mande. No olvidemos tantas anècdotas acerca de tantas mujeres de carácter indòmito y bravìo que tuvieron lugar durante la Revoluciòn Mexicana, como el caso de “La Carambada”, que sin lugar a dudas despertò admiraciones. Mencionaba hace un momento el derecho al voto concedido y reconocido a la mujer en Mèxico en la dècada de los cincuenta. Otro ejemplo es la paulatina apertura laboral, las empresas poco a poco incrementaron la contratación de mujeres incluso para puestos administrativos y gerenciales. Toda èsta serie de logros hicieron despertar al sexo femenino, para darse cuenta de que podìan aspirar “a algo mas” y que pueden ser mucho mas y lograr mucho mas de aquello para lo que, durante dècadas o siglos, estuvieron destinadas, es decir, mucho mas que ser solo amas de casa y criadoras de hijos. Es entonces que comenzò la verdadera desigualdad de gèneros y al mismo tiempo, la lucha del sexo femenino por la igualdad de gèneros. Es entonces cuando la mujer dijo: “¡Ah, caray, de lo que me estaba perdiendo!”.


Pero ¿y por què se vuelve una lucha? Porque de repente se dijeron: ¿¡¡Y por què ellos sì y nosotras no!!?

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